Socios fundadores

America Villegas

Nidia Rivarola

Gricelda Escobar

Lidia Aguilera

Heber Aquino

Casimira Deggeller

Eudocia Esquivel

Tania Fernández

Carmen Frutos

Raquel Gaona

Nélida Giffoni

Ruht González

Ann Cristina Krone

Óscar Lezcano

Antonia Lugo

María Carmen Martínez

Aldo Mendieta

Sandra Miltos

Nora Mongelós

Cinthia Ovelar

María Susana Piersanti

José Rivas

Silvia Rivera

Miriam Romero

Gabriela Sánchez

Natalia Schlichting
Como bien expresó el poeta, “se hace camino al andar”. Desde este espacio deseamos conmemorar el inicio de este peregrinaje hacia un horizonte: El Amor Mutual. Esta fecha simbólica, que trasciende lo legal y lo estatutario, se sitúa en el 8 de mayo de 1997. En ese día, en un conversatorio casi confesional entre amigos, contamos con la presencia de Mons. Felipe Santiago Benítez, Arzobispo de la Arquidiócesis de la Santísima Asunción, a quien queremos mencionar con gratitud, ya que él creyó en esta utopía y nos otorgó su bendición.
Desde aquel momento, hemos recorrido este camino junto a muchas mujeres y hombres que, al igual que nosotros, buscan una tierra sin mal: un espacio donde reine el amor, la fraternidad y la justicia. En este viaje, nos hemos apoyado mutuamente, iluminando el sendero del otro y empujándonos hacia adelante. Muchos de nuestros compañeros ya han trascendido hacia la Vida Eterna y caminan con nosotros desde una dimensión sobrenatural. No los olvidamos; estamos unidos por la comunión de los justos, de los santos y santas, “desde el justo Abel hasta el último elegido”.
Las 26 personas que aquí nos presentamos, con nuestros nombres y fotografías, somos una representación modesta de aquellos que han permanecido en el anonimato por circunstancias específicas. La legalización de una personería jurídica implica tiempos y procedimientos rigurosamente detallados, necesarios para garantizar una operatividad eficaz, eficiente y transparente, conforme a las leyes y autoridades de la República del Paraguay. Este proceso exige acotar los trámites y cerrar los tiempos administrativos. Y de estos perfiles jurídicos y legales, damos plena información en otras páginas.
Aquí queremos presentar el perfil de esta comunidad de 26 fundadoras y fundadores, quienes representamos a todos aquellos que, a lo largo de los años, hemos ido conociéndonos, queriéndonos y forjando amistades basadas en sueños compartidos.
Nos encontramos principalmente en nuestras parroquias y capillas, pero también en lugares de trabajo, escuelas, colegios y universidades, así como en espacios recreativos como parques y canchas. Algunos de nosotros somos parte de la misma familia nuclear o extensa, o simplemente vecinos de la misma cuadra o barrio.
Este camino que hemos recorrido juntos ha sido enriquecido por el respeto mutuo y la solidaridad, creando lazos que trascienden el tiempo y las circunstancias. Juntos, hemos compartido no solo nuestras vidas, sino también nuestras aspiraciones y esperanzas, construyendo un futuro donde el amor y la fraternidad sean los pilares fundamentales.
Hemos aprendido a compartir, discutir y llegar a acuerdos, incluso en medio de desacuerdos. Lo que nos une es la capacidad de salir de nosotros mismos para confiar en lo colectivo, en lo comunitario y en una ciudadanía activa. Este camino hacia el bien común se construye desde la base, desde lo cotidiano, apoyándose en las buenas costumbres ancestrales y antropológicas y, también, en las vivencias culturales que enriquecen nuestro pueblo paraguayo.
A lo largo de este proceso, hemos forjado una amistad y un respeto mutuos, tejiendo un vínculo similar al ñandutí: hilo por hilo, punto por punto, color por color. Cada uno de nosotros aporta diferentes experiencias, momentos y sueños, así como heridas que han sido curadas y sanadas. Juntos formamos un verdadero poliedro de ñandutí, donde cada entrada de luz y sombra contribuye a la riqueza de nuestra comunidad.
Somos mayoritariamente mujeres, porque en la realidad, siempre somos las mujeres las que damos lugar a los nacimientos, las que vamos a las reuniones donde se construyen los colectivos de amor, de paz, de fe, de oración, de ollas populares, de mingas solidarias, de catequesis y evangelización. Pero también tenemos entre nosotras unos hombres y compañeros conscientes de nuestra dignidad igualitaria, comprometidos en todo y que codo a codo con nosotras “somos mucho más que dos”.
Somos una comunidad de fe, arraigada en la visión que Cristo nos brindó, revelándonos el rostro de Dios Amor, Dios Trinidad. Pertenecemos tanto al cosmos como a la humanidad universal, pero con una profunda conciencia de la trascendencia y lo sobrenatural. Por esta razón, hemos optado por constituirnos legalmente como una Asociación Mutual, eligiendo un nombre que nos otorgue identidad y nos recuerde constantemente nuestro origen y horizonte: la Santísima Trinidad, o AGIA TRIADA en griego.
Hemos optado por utilizar nuestro nombre en griego, ya que «Santísima Trinidad» ya está registrado por otras cooperativas y cajas mutuales. La legislación vigente no permite la duplicación de nombres en este ámbito. Elegimos el griego, no solo porque es el idioma predominante, junto con el arameo, en el que se escribió el Nuevo Testamento, sino también para honrar a los primeros cristianos, muchos de los cuales provenían del paganismo o de la diáspora judía y eran mayoritariamente griegos.
Al hacerlo, rendimos homenaje a su lucha por la unidad en la diversidad desde los inicios del cristianismo, proclamando a nuestro Dios Trinidad en el idioma que ha atesorado las Sagradas Escrituras. Esta elección refleja nuestro compromiso con nuestras raíces y nuestra identidad compartida.
Queremos hacer realidad la famosa canción que anhela tener un millón de amigos y amigas, pero para lograrlo debemos educarnos en el amor y entrenarnos como verdaderos atletas, artesanos y profesionales en el arte del amor, el bien común, la justicia y la paz. El amor no es algo que se encuentra; es algo que se construye.
Para hacer esto posible, la Asociación Mutual Agia Triada, representada por nosotros, los 26 fundadores y fundadoras, se convierte en un espacio donde, junto a Jesús, sembramos semillas de esperanza.
Como dice el Evangelio, algunas de estas semillas caerán entre piedras, otras serán llevadas por el viento, algunas se perderán entre espinas, pero muchas caerán en buena tierra. La Asociación Mutual Agia Triada es un espacio de vida mutua institucionalizada, con derechos y obligaciones, dedicado a «cuidar nuestra casa común» y a ser luz y sal en el mundo, contribuyendo así a la Fraternidad Universal.